30/4/11

MEXICANO; HAZ PATRIA, ¿MATA A UN POLÍTICO?


"Existen dos superpotencias en el mundo; una es Estados Unidos; otra, eres tú" José Saramago


Matar a un político de partido en nuestro ideario, en nuestro imaginario, me parece algo muy sano, es una buena terapia. No nos debe interesar tratar con ninguno de ellos, incluyendo a los del PRD y los de Morena, no nos interesa entrar en más detalles de lo que hacen los políticos de partido en México. Tenemos ya bastante experiencia e información como para ocuparnos más tiempo de ellos, si no es estrictamente lo indispensable. Utilizar la violencia en la forma en que los militares, policias o el narco matan jóvenes y mujeres: con tortura, machetes, hachas, mazos o cuernos de chivo, convertiría a la sociedad civil en un igual a los políticos de partido que denunciamos. Ni pensarlo. No creemos en estas soflamas histéricas. Somos pacifistas convencidos.

El sistema político mexicano no tiene salvación, carecen de sentido las ingenuas propuestas de reparación, de "reforma" del sistema; debemos re-hacerlo todo con nuevas bases nacidas del diálogo de asambleas comunitarias, después de un levantamiento espontáneo de la sociedad civil. La sociedad civil debe tener la última palabra y para ello existen muchos ejemplos mundiales.

Mientras tanto, para ocuparnos del cambio que requiere México invitamos a la sociedad civil a NO PARTICIPAR en el juego de los partidos, en la telenovela vulgar de sus campañas electorales, de sus debates electorales, de los programas de "opinión" en los medios estupidizantes; invitamos a NO VOTAR EN 2012 POR CANDIDATO DE PARTIDO O COALICIÓN DE PARTIDOS ALGUNA, PARA NINGÚN TIPO DE PUESTO DE ELECCIÓN POPULAR. Es lo menos que podemos hacer ante la desgracia nacional, es lo menos que podemos hacer en memoria de los asesinados por el ejército, la policía y el narco. No nos interesa saber que propone candidato o partido alguno. Estamos de luto y lo estaremos probablemente por muchos años. Estamos hasta la madre del sistema político mexicano, de todos los partidos y de todas sus coaliciones, "movimientos", y alianzas, de todos sus "candidatos ciudadanos"; de todas sus "instituciones" y de todas sus "legislaciones". Ya basta de falacias perpetradas por los intelectualoides de la pantalla chica.

Otro México es posible: un México en el que la sociedad civil esté liberada de su propia ignorancia e insensibilidad social y con ello podremos aspirar a dejar de ser el "patio trasero", liberarnos del Banco Mundial, del FMI, de la OCDE; de los financiamientos internacionales; del Libre Comercio; del gobierno y las transnacionales españolas; liberado de las falacias del crecimiento macroeconómico, de las fantasías del desarrollo no sustentable que atenta contra nuestro medio ambiente, del pseudoprogreso, y de la pseudomodernidad.

Los invitamos a apoyar la Marcha Nacional por la PAZ el 8 de mayo. Es sólo el inicio.

27/4/11

AÚN ES MIÉRCOLES


….y cuando en la pizarra
pasa lista el profe de latín
lágrimas de desamor
ruedan por la página de un bloc
y en él escribe
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿Cómo pudo sucederme a mí?
¿Pero quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón. (Joaquín Sabina)



Por Manuel González

Para N. F. Montesano Mora

Aún es miércoles cuando esta primavera llena de aristas
viste las vacaciones con memorias dispuestas y hubieras latentes y lejanos.
Me siento a salvo cuando en la distancia te sientas a mi lado en la mesa
y las alarmas nucleares suenan lejanas
como los aullidos de un lobo asustado
en este miércoles que agoniza.
Tiembla la luz de la explosiones sobre el Mediterráneo
y percibo con tristeza la zona cero de mi patria por doquier
mientras constato el por qué de su urgencia y de tanto fracaso.

Aún es miércoles cuando la memoria y la web me han traído a una linda chica
que tan pupila, dulce y adolescente salió del México humilde y llano;
ahora mientras tecleamos, mutuamente revivimos recuerdos lejanos…
“¿qué has hecho?”, “aquí haciendo una vida…”

Aún es miércoles para este cronopista de atar
que anheló besar sus labios y ahora bebe Romilar,
dextrometorfano hidrobromuro,
como si fuera el ron añejo de un pirata
para aplacar la angustia en la tormenta
que ruge en los océanos sin nombre.

Aún es miércoles cuando la pantalla virtual se convierte en diván
tan imprescindible como cuando mi mundo se detuvo
muchos años después al recordar su bella sonrisa;
no tengo fiebre…. y me pregunto cuántos muertos
dejará la felicidad que nace en mi mano
aún en mi frente.

Aún es miércoles cuando mis sueños giran despacio
como mis dedos sobre esa explicación que le debía
como la rama del jazmín en torno a la verja,
como la cena que baila en el microondas
mientras sobre la mesa dejo unos versos,
y suena el teléfono que detiene
los sueños, mis dedos y la cena.
Aún es miércoles, ya termina,
la cena espera y yo te escribo,
y el día se resiste a terminar
cuando, entre toses, el horizonte da cuenta de distancias perdidas
y el mundo, mi mundo, se sumerge
en su recuerdo dulce y sereno, brillante, inabarcable,
escucho mis idas y venidas,
y el miércoles florece en su ausencia.

6/4/11

ZOE (LA VIDA NO PROTEGIDA)





Por Javier Sicilia


El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor. No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre. Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia. De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido. Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto. Ustedes, “señores” políticos, y ustedes, “señores” criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: “Si no pueden, renuncien”. Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5:00 PM del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, “señores” políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, “señores” criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generando nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, “señores” políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, “señores” criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia. No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos. Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, “señores” políticos, y la crueldad de ustedes, “señores” criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma. Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país. Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.