24/6/09

ÚSELO Y TÍRELO




Autor: Eduardo Galeano
Fuente: Patria Grande


La sociedad de consumo ofrece fugacidades. Cosas, personas; las cosas fabricadas para durar, mueren al nacer, y hay cada vez más personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la vida. Los niños abandonados en las calles de Colombia, que antes se llamaban gamines y ahora se llaman desechables, y están marcados para morir. Los numerosos nadies, los fuera de lugar, son "económicamente inviables", según el lenguaje técnico. La ley del mercado los expulsa por superabundancia de mano de obra barata. El Norte del mundo genera basuras en cantidades asombrosas. El Sur del mundo genera marginados. ¿Qué destino tienen los sobrantes humanos?. El sistema los invita a desaparecer; les dice: "Ustedes no existen".

¿Qué hace el Norte del mundo con sus inmensidades de basura venenosa para la naturaleza y la gente? Las envía a los grandes espacios del Sur y del Este, de la mano de sus banqueros, que exigen libertad para la basura a cambio de sus créditos, y de la mano de sus Gobiernos, que ofrecen sobornos.

Los 24 países desarrollados que forman la Organización para la Cooperación en el Desarrollo Económico del Tercer Mundo produce el 98% de los desechos venenosos de todo el planeta.
Ellos cooperan con el desarrollo regalando al Tercer Mundo su mierda radioactiva y la otra basura tóxica que no saben dónde meter. Prohíben la importación de sustancias contaminantes, pero las derraman generosamente sobre los países pobres. Hacen con la basura lo mismo que con los pesticidas y abonos químicos prohibidos en casa: los exportan al Sur bajo otros nombres.

En el reino de lo efímero, todo se convierte inmediatamente en chatarra para que bien se multipliquen la demanda, las deudas y las ganancias, las cosas se agotan en un santiamén, como las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza al mercado.

El Sur, basurero del Norte, hace todo lo posible por convertirse en su caricatura. Pero la sociedad de consumo -dime cuánto consumes y te diré cuánto vales- invita a una fiesta prohibida para el 80% de la humanidad. Las fulgurantes burbujas se estrellan contra los altos muros de la realidad.
La poca naturaleza que le queda al mundo, maltrecha y al borde del agotamiento, no podría sustentar el delirio del supermercado universal, y al fin y al cabo, la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar el equilibrio de la economía mundial mediante sus brazos baratos y sus productos a precio de ganga. En un mundo unificado por el dinero, la modernización expulsa mucha más gente que la que integra.

Para un innumerable cantidad de niños y jóvenes latinoamericanos, la invitación al consumo es una invitación al delito. La televisión te hace agua la boca y la policía te echa de la mesa. El sistema niega lo que ofrece; y no hay valium que pueda dormir esa ansiedad ni prozac capaz de apagar ese tormento. La lucha social aparece en las páginas políticas y sindicales.

El mundo de fin de siglo viaja con más náufragos que navegantes, y los técnicos denuncian los "excedentes de población" en el Sur, donde las masas ignorantes no saben hacer otra cosa que violar el sexto mandamiento día y noche. ¿"Excedentes de población" en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? Holanda tiene 400 habitantes por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia, un puñado de voraces se queda con todos los panes y peces.

Cada vez son más los niños marginados que, según sospechan ciertos expertos, "nacen con tendencia al crimen y la prostitución". Ellos integran el sector más peligroso de los "excedentes de población". El niño como amenaza pública, la conducta antisocial del menor en América, es el tema recurrente de los Congresos Panamericanos del Niño desde 1993.

A principios de siglo, el científico inglés Cyril Burt propuso eliminar a los pobres muy pobres "impidiendo la propagación de su especie". Al fin de siglo el Pentágono anuncia la renovación de sus arsenales, adaptados a las guerras del futuro, que tendrán por objetivo los motines callejeros y los saqueos; y en algunas ciudades latinoamericanas, como Santiago de Chile, ya hay cámaras de televisión vigilando las calles.

El sistema está en guerra con los pobres que fabrica, y a los pobres más pobres los trata como si fueran basura tóxica. Pero el Sur no puede exportar al Norte estos residuos peligrosos, que se multiplican cada día. No hay manera de "impedir la propagación de su especie", aunque según al arzobispo de San Pablo, cinco niños caen asesinados cada día en las calles de las ciudades brasileñas, y, según la organización Justicia y Paz, son niños buena parte de los 40 desechables que cada mes caen asesinados en las calles de las ciudades colombianas.

Tampoco se puede mantenerlos escondidos, aunque los desechables no existen en la realidad oficial: la población marginal que más ha crecido en Buenos Aires se llama Ciudad Oculta y se llaman ciudades perdidas los barrios de lata y cartón que brotan en los barrancos y basurales de los suburbios de la ciudad de México.

No hace mucho, los desechables colombianos emergieron de debajo de las piedras y se juntaron para gritar. La manifestación estalló cuando se supo que los escuadrones parapoliciales, "los grupos de limpieza social", mataban indigentes para venderlos a los estudiantes que aprenden anatomía en la Universidad Libre de Baranquilla.

Y entonces Buenaventura Vidal, contador de cuentos, les contó la verdadera historia de la Creación. Ante los vomitados del sistema, Buenaventura contó que a Dios le sobraban pedacitos de todo lo que creaba. Mientras nacían de su mano el sol y la luna, el tiempo, el mundo, los mares y las selvas, Dios iba arrojando al abismo los desechos que le sobraban, pero Dios, distraído, se había olvidado de la mujer y del hombre, que esperaban allá en el fondo del abismo, queriendo existir.
Y ante los hijos de la basura, Buenaventura contó que la mujer y el hombre no habían tenido más remedio que hacerse a sí mismos, y se habían creado con aquellas sobras de Dios. Y por eso nosotros, nacidos de la basura, tenemos todos algo de día y algo de noche, y somos un poco tierra y un poco agua y un poco viento.

17/6/09

FE DE VIDA




"....Un día nos volvimos por fin un país ideal: instalamos la razón en lugar del delirio y el derecho en lugar del abuso. Entendimos el papel unificador, dignificador, del Estado; protegimos la República, que es la madre, para poder amar la democracia, que es la hija; domamos las pasiones políticas y definimos y vivimos los valores comunes. Los maestros volvieron a ser los arquitectos, los húsares del país; el último mentiroso emigró a la Conchinchina y el último ladrón fue encerrado en un verdadero centro de readaptación. Dimos lugar y respeto al trabajo y entendimos que el conformismo puede disfrazarse de revolución. Despreciamos el recurso de la violencia. Los medios de comunicación prefirieron ser antipoder, a ser un nuevo poder abusivo. Un día nos pusimos a construir una civilización original y tolerante, y dejamos de utilizar como bandera deshecha aquella que otros, en el pasado, hicieron...." (Ikram Antaki)

9/6/09

LA DESTRUCCIÓN DE MÉXICO



Lydia Cacho

Gracias a que el gobierno de Felipe Calderón ha enviado falsos informes sobre las acciones para abatir el calentamiento global y planear el equilibrio del medio ambiente, la ONU ha calificado a nuestro país como un ejemplo mundial. Pero científicos como Mark Bowen de los Estados Unidos y Alexander Nikiten de Rusia, aseguran que el peligro es inminente. Ellos son dos de los grandes expertos en calentamiento global y en energía nuclear, luego de escucharles me quedó claro que la reunión por el día mundial del medio ambiente en el parque Xcaret fue otra farsa del doble discurso que impide que México se transforme.

La brutal degradación del medio ambiente en todo el país nos puede dejar sin acceso al agua dulce; se nos obliga a pagar las cuotas más caras del monopolio energético de la CFE. A este paso tendremos que crear museos para que nuestras nietas y nietos conozcan a las miles de especies animales en peligro de extinción.

Los hermosos bosques mexicanos desaparecen rápidamente. La deforestación acabará este siglo con los bosques que garantizan nuestro abasto de agua, que nos protegen del cambio climático. Dos tercios del agua que consumimos en México son capturados en la foresta.

Nuestros congresistas pusieron precio a los manglares para que empresarios ambiciosos paguen su destrucción; están desapareciendo 4.43 hectáreas diarias, equivalente a seis campos de fútbol al día. En el manglar se refugian el 90 por ciento de las larvas de peces de importancia comercial que además de darnos de comer, generan beneficios de 37 mil dólares por hectárea al año.

El gobierno federal se niega a invertir en la generación de electricidad con plantas mini hidráulicas. Millones de personas en México podrían utilizar energías limpias, pero gobernantes y diputados se niegan a promoverlas y bajar su precio. Setenta y tres de los 154 municipios costeros del país no tienen plantas de tratamiento de aguas negras.

La organización Greenpeace, que generó el magnífico documento La destrucción de México, la realidad ambiental del país y el cambio climático, que provee las cifras de este texto, sabe que la censura sobre los temas ambientales es brutal; las demostraciones para evidenciar las mentiras del gobierno mexicano son sofocadas, se impide el paso a la prensa y se silencia a los medios. La colusión de servidores públicos, empresarios y algunos medios es devastadora para la sociedad. El gobierno federal ha comprado la voluntad de científicos reconocidos que mienten intencionalmente como columnistas estrellas. Seguramente en estos días leerá algunas columnas alabando las falsas acciones del gobierno federal respecto a este tema. Vergonzosamente el Partido Verde mexicano paga millones de dólares en una campaña en pro de la pena de muerte, se vende al mejor postor y jamás ha demostrado, en términos legislativos, avances concretos a este respecto, es evidente que ni sus aliados ni ellos tienen intenciones de proteger el medio ambiente.

Mark Bowen, el científico que desnudó a la NASA y que demostró claramente el calentamiento global hace más de una década, asegura que los gobiernos, incluido el norteamericano, tienen estrategias muy puntuales para censurar los verdaderos estudios científicos que muestran el peligro que la catástrofe ambiental causa a la humanidad.

Bowen dice que la naturaleza tarda en reaccionar entre 50 y 120 años a las acciones positivas. Por eso es hoy mismo, aquí y ahora, cuando se tienen que tomar las decisiones y acciones. Este si es un tema en el que toda la población puede participar y hacer la diferencia.Cuentanos cómo haces la diferencia en tu comunidad o únete a las orgainzaciones civiles pro medio ambiente en México.

6/6/09

COMIENDO CARNE NOS COMIMOS AL MUNDO


En el siguiente artículo, publicado en ElPeriodico, Josep Borrell (político socialista catalán Presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo) insinúa lo que se viene ocultando desde que empezamos a encerrar, "producir" y torturar animales de manera industrial allá por la década de 1950, para el simple capricho del paladar, una cuestión trivial como el consumo de carne, que a día de hoy utiliza 4 veces más recursos que el consumo de vegetales en la dieta humana. Tanto en energía como en recursos tan preciados como el agua.
El artículo dice así:

De repente hemos re descubierto la importancia de la agricultura como sector estratégico de la economía globalizada. La habíamos olvidado desde que la Revolución Verde mejoró los rendimientos y detuvo el crecimiento del hambre en el mundo. Pero ahora estamos tomando conciencia de que el mayor desafío de este siglo será alimentario. Y su solución ofrece una gran oportunidad a las tierras agrícolas, como recordaba en Lleida durante el pregón de sus fiestas.
Después de 40 años de tendencia a la baja de los precios de los cereales, dos años de un déficit menor del 10%, justo cuando aumentaba la demanda de los países emergentes y los accidentes climáticos habían disminuido los stocks ,ha provocado una alza de precios amplificada por la especulación financiera.
Hoy, otros 100 millones de personas pueden añadirse a los 850 millones de mal nutridos .En el 2050, cuando la población alcance los 9.000 millones, habrá que alimentar a un 50% más de seres humanos .Y la mejora del nivel de vida y la emergencia de nuevas clases medias en países de gran población están cambiando la dieta alimentaria y la demanda agrícola. En China, por ejemplo, la población urbana, que aumenta en 15 millones o 20 millones de personas al año, consume tres veces más carne que la rural.

Así es, pero hay que tener mucho cuidado en cómo se dice, evitando confundir culpa con causa. Puede parecer que responsabilizamos de la escasez y de la carestía de los alimentos a los pobres de la tierra que apenas ahora pueden empezar a comer, no solo más, sino mejor. Así ha ocurrido con la agria polémica entre EEUU y la India, que empezó cuando el presidente Bush citó como una de las causas del aumento de precios la prosperidad de la clase media india. La respuesta fue recordarle que los estadounidenses consumen de media un 50% más de calorías que los indios, que con lo que se gastan los norteamericanos en liposucciones para eliminar su exceso de grasa se podría alimentar al África subsahariana, y sugerirles que se pongan a dieta para acabar con el hambre en el mundo.

Y ES CIERTO,los estadounidenses consumen 3.770 calorías al día, más que en ningún otro país, y los indios, 2.440. Son también los que consumen más carne de vacuno per cápita, la más costosa de producir en términos de agua y calorías. De manera que la responsabilidad del problema no se puede atribuir al último que ejerce su derecho a la alimentación, sino a los que llevan tiempo haciéndolo en exceso. Lo mismo puede decirse con respecto al cambio climático, que va a afectar dramáticamente a los países en desarrollo cuando el problema lo han creado los que protagonizaron la revolución industrial.
Para la clase política y académica de la India, su prosperidad no es la causa de la actual crisis alimentaría. Otras razones son tanto o más importantes, y todas ellas son responsabilidad de los occidentales: el declive del dólar causado por un exceso de consumo a crédito, el aumento del precio del petróleo que despilfarramos, el uso de tierra cultivable en EEUU y Europa para la producción de biocombustibles, los manejos especulativos del sistema financiero que controlamos y las subvenciones a las exportaciones que han destruido la producción agrícola en África.

Todas estas causas influyen en mayor o menor medida, pero la airada llamada a ponerse a dieta de los indios a los norteamericanos refleja otro problema: ¿es posible que toda la humanidad adopte una dieta alimentaría tan rica en proteína animal como la nuestra?
Parece que no. La producción de carne se ha multiplicado por cinco desde el final de la segunda guerra mundial y se estima que se doblará en los próximos 20 años. Pero nuestros sistemas de ganadería industrial ya consumen el 60% de la cosecha mundial de cereales, básicamente maíz y soja, que podrían resolver de sobras el problema de los 850 millones de desnutridos.

SI MALTHUS levantara la cabeza, creería que la competición por los alimentos escasos no es entre humanos, sino entre humanos y animales .Y, además, nos diría que la producción de carne no es "rentable" en términos de balance de recursos (tierra, agua, calorías vegetales). A la cría y producción de alimentos para el ganado dedicamos tres cuartas partes de las tierras agrícolas mundiales, para producir 100 gramos de vacuno hacen falta 25.000 litros de agua y una caloría de su carne necesita 17 calorías vegetales. Aunque otras carnes son menos exigentes (para el pollo y el cerdo la relación es de 4 a 1), parece evidente que 9.000 millones de personas no pueden comer los 100 kilos de carne al año que consumimos en el mundo desarrollado.
Y, además, este consumo de carne es el triple del aconsejado por la Organización Mundial de la Salud y nos causa enfermedades relacionadas con la sobrealimentación, como las cardiovasculares, y los problemas de obesidad.

De manera que la exigencia de los indios a los estadounidenses para que se pongan a dieta refleja bien la realidad de los límites físicos de nuestro mundo. Un mundo con capacidad, en términos de superficie y tecnología, para alimentar a 9.000 millones de personas, pero no de cualquier manera. Esta crisis se puede superar, pero nos recuerda que nuestro modo de vida occidental, el de una muy pequeña parte de la humanidad que hasta ahora ha tenido la supremacía política, tendrá que modificarse, por las buenas o por las malas, porque no es sostenible en términos ecológicos ni políticos.