29/6/12

REFLEXIÓN NEUTRAL Y OBJETIVA SOBRE LAS ELECCIONES

 Por Román Munguía Huato

La ausencia de un partido de izquierda es la principal tragedia política nacional. Esta falencia tiene consecuencias catastróficas económico-salariales, educativo-culturales, ambientalistas y especialmente políticas para las y los trabajadores mexicanos.
Me refiero a la ausencia de una izquierda radical, socialista, clasista, combativa, antiimperialista, vinculada a todas las demandas legítimas de los trabajadores de las ciudades y del campo, estrechamente ligada a las reivindicaciones de las minorías sociales (de preferencia sexual, migratorias, étnicas, religiosas, etcétera). Por izquierda radical me refiero no a una izquierda fundamentalista, extremista, sectaria y dogmática, sino a la que va a la raíz de los males sociales; la que va a los orígenes de nuestros grandes problemas nacionales con un programa revolucionario.
Lo que vemos en el tinglado preelectoral es la presencia de partidos sistémicos, del establishment, aquellos que no pretenden modificar las estructuras económico-sociales sino maquillarlas para dejar hacer y dejar pasar las cosas establecidas. Gane el partido que gane no se modificará la situación nacional de manera significativa; desde luego, reconocemos que hay matices, pues no es lo mismo el candidato del PRI que la del PAN y el del PRD. Claro que hay más afinidades entre los dos primeros que con el tercero en discordia. Pero, insisto, son diferencias superficiales dentro de un mismo esquema del poder político dominante. Ninguno de los candidatos representa los verdaderos intereses de la clase trabajadora mexicana por más que presuma representarlos. Eso es una verdad inobjetable e inocultable. El sol no se puede tapar con un dedo.
No se puede gobernar para ricos y para pobres como dijo López Obrador; aunque él es el menos peor o el menos corrupto de los candidatos, pero la doctrina del mal menor durante muchas décadas ha tenido consecuencias nefastas para los trabajadores. Aquellos ilusos que piensan que es posible un gobierno para todas las clases sociales no tienen idea cabal del contenido clasista del Estado capitalista y sus regímenes políticos. La ingenuidad tiene sus límites y la solución de fondo de los problemas sociales nunca va a provenir por quienes son beneficiados de una u otra forma de la apropiación privada de la riqueza social. “Las ilusiones perdidas”, citando un libro de Honoré de Balzac en su Comedia Humana, se harán manifiestas para millones de ciudadanos mexicanos durante el próximo sexenio sea cual sea el resultado de este 1 de julio.
La ausencia de los trabajadores como fuerza social decisiva en la vida política nacional es una constante histórica desde el triunfo de la Revolución Mexicana, pues el proletariado ha sido amarrado y sometido, corporativizado, castrado políticamente, a lo largo de muchas décadas. La tragedia de “Un proletariado sin cabeza” en una “democracia bárbara”, escribió el gran José Revueltas. Eso explica, entre otras cosas, la larga duración de la dictadura priísta ¿Alguien puede explicarnos por qué habiendo “democracia” –“transición democrática” dicen otros, elecciones con un costo supermillonario–, hay mayor pobreza, miseria, violencia, corrupción e impunidad en el país?
La oligarquía nacional y su democracia del dinero han mostrado durante el curso del siglo pasado y presente su total incapacidad e ineptitud para generar un desarrollo social con progreso económico, educativo, cultural y democrático para beneficio de la mayoría poblacional. Si el capital es la fuerza económica que lo domina todo en la sociedad, en consecuencia debemos transformar las relaciones sociales, económicas y políticas que se sostienen sobre la base de una producción económica cuyo único objetivo es la mayor ganancia dineraria posible. La satisfacción de las necesidades sociales queda como mera apariencia de la producción mercantil, que además genera un fetichismo de la mercancía, del dinero y del Estado. No hay mayor fetiche social, además de los religiosos, que el del dinero y el del Estado (y su fetiche electoral), supuesto representante de la sociedad entera.
Estamos en una situación donde “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer” (Gramsci). Pero lo nuevo nunca nacerá si no construimos una organización de y para los trabajadores mismos. La prole requiere como instrumento político una organización, llámese como se llame, que insufle vitalidad y fuerza a sus demandas históricas y democráticas. Requiere de una organización clasista a diferencia de una izquierda parlamentarista sin vínculo con ninguna lucha de los mexicanos de los de abajo, un submundo invisible en los recintos camarales de cabildeos a favor del poder y del dinero.
Es necesaria la participación más activa de los obreros en la política, pero con una participación independiente. Actualmente no hay ningún partido obrero, ningún sindicato que desarrolle una política clasista independiente, capaz de lanzar una candidatura independiente. Se requiere de una organización de izquierda absolutamente independiente del Estado, de los patrones, de las Iglesias; independiente de todo aquello que lo maniate a intereses que no son los suyos propios. Mientras no haya un partido de los trabajadores prevalecerá un régimen oprobioso con sus políticas neoliberales que tanto daño han causado al país, especialmente a su masa plebeya proletaria. La emancipación del pueblo será obra del pueblo mismo.

18/6/12

LA SOSPECHA


La sospecha del fraude 

Miguel Ángel Ferrer

 En 1910, Francisco I. Madero se presentó como candidato del Partido Antirreeleccionista a la Presidencia de la República. Frente a la gran popularidad del coahuilense, el dictador Porfirio Díaz lo encarceló. Así Díaz pudo reelegirse nuevamente. Madero llamó a la insurrección armada. Así comenzó la Revolución Mexicana. Ya en el marco de la institucionalidad posrevolucionaria, hubo nuevos comicios presidenciales. En 1928, se presentó a la reelección el ex presidente Álvaro Obregón. Ganó, por supuesto. Pero fue asesinado para evitar su retoma del poder. No fue un golpe de Estado ni un fraude electoral propiamente dichos o en un sentido clásico, pero mucho de fraudulento hubo en ese episodio criminal. Un año después, en 1929, se realizaron nuevas elecciones presidenciales. Se presentaron dos contendientes: Uno, Pascual Ortiz Rubio, candidato oficial, del poder o de Plutarco Elías Calles; el otro: José Vasconcelos. Un militar e ingeniero exitoso frente a un genio reaccionario. En medio de una tormenta por las denuncias de fraude, el candidato oficial, del poder o de Elías Calles fue declarado vencedor. Once años más tarde, en 1940, hubo otras elecciones presidenciales signadas por las denuncias de fraude y en medio de una enorme violencia. Eran dos los candidatos: el del poder, Manuel Ávila Camacho, y el de la oposición, Juan Andreu Almazán, ambos bastante reaccionarios, aunque los dos igualmente se decían revolucionarios. Nunca, desde luego, se conocieron los resultados reales, pero el gobierno siguió en manos del grupo hegemónico. Otra vez, en 1952, se realizaron comicios presidenciales. Y otra vez hubo denuncias de fraude. Los contendientes fueron Adolfo Ruiz Cortines, por el partido en el poder, ahora llamado Partido Revolucionario Institucional; y Miguel Enríquez Guzmán, por una heterogénea coalición de grupos y organizaciones sociales y populares. De nuevo, por supuesto, llegó a la residencia presidencial el representante del poder. Era clara, ya desde entonces, la validez de la sentencia que terminó por hacerse clásica: “Las puertas de Los Pinos se abren desde adentro”. Luego de treinta y seis años de dominio electoral priista sin disputa, nuevamente en 1988 una coalición de partidos y organizaciones populares, con Cuauhtémoc Cárdenas al frente, desafió exitosamente al poder hegemónico. Hoy, a casi un cuarto de siglo de aquellos hechos, hay suficientes evidencias históricas y documentales para afirmar que aquel conglomerado de organizaciones se alzó con la victoria, la que le fue groseramente escamoteada. La historia se repitió dieciocho años después. En 2006 la sombra del fraude en la elección presidencial volvió a presentarse. Esta vez, mucho más que en 1988, abundan las evidencias del falseamiento de la voluntad ciudadana. Solo que esta vez, a las modalidades tradicionales del fraude se sumó la modernísima figura del fraude cibernético. Pero esto, finalmente, es anecdótico. El hecho concreto es que el candidato del grupo en el poder fue declarado vencedor en medio de un escándalo nacional e internacional sin precedentes en la historia moderna de México. Nuevamente mostró su vigencia la expresión ya más que clásica: “Las puertas de Los Pinos se abren desde adentro”. Ahora, en 2012, otra vez una coalición de partidos y organizaciones sociales y populares desafía a un sistema presidencial de designación más que eleccionario. Y nuevamente se pone en disputa la vigencia de la metáfora sobre las puertas de Los Pinos. ¿Se aferrará el poder a ese perverso y cuasi centenario aforismo? ¿Decidirán los sufragios o lo hará la voluntad omnímoda del jefe en turno del grupo en el poder, ya nacional-revolucionario, ya tricolor, ya blanquiazul?

9/6/12

¿REPÚBLICA DEL MIEDO?


 
Por Marcos Roitmann

  La contienda electoral en México ha alcanzado un punto de inflexión. La publicación de una encuesta en el periódico Reforma que coloca a López Obrador en empate técnico con Peña Nieto al frente de las intenciones de voto marca el inicio de una nueva etapa en la contienda electoral. Desafortunadamente, existen ya indicaciones de que a partir de ahora algunos actores políticos recurrirán una vez más a las ‘campañas de miedo’ – una estrategia que se aleja del debate racional y en su lugar busca valerse de los prejuicios y la desinformación. De esta manera, se busca crear escenarios fatalistas que se asocian al posible triunfo de un candidato u otro. Según la experiencia histórica, esto ha sucedido cuando se vuelve evidente que un candidato cuyas políticas contrastan notoriamente con el modelo tradicional establecido tiene posibilidades reales de ganar. Los campañas de miedo y desprestigio gestadas desde los sectores más conservadores del partido republicano en EE.UU. son citados comúnmente como el ejemplo de referencia. En Latinoamérica, la “campaña del terror” de la derecha chilena en contra de Ricardo Lagos en su camino a la presidencia representa otro caso representativo. En México, el PAN, apoyado por grupos empresariales, promovió en 2006 una campaña de miedo contra López Obrador sin antecedentes en la historia moderna del país. Sin embargo, es el caso de Brasil el que en estos momentos parece ser el más simbólico para México. Lula da Silva, el candidato de la izquierda, enfrentó una campaña de miedo en su contra durante la contienda presidencial de 2002. Los ataques orquestados desde la derecha para apoyar al candidato José Serra se intensificaron a partir de la victoria de Lula en la primera vuelta electoral – un punto de inflexión después del cual se volvió evidente que Lula se perfilaba a convertirse en el próximo presidente de Brasil. Un ejemplo que se convertiría en un símbolo de esta renovada campaña de miedo fue un spot de la famosa actriz Regina Duarte, en el que aparecía explicando que temía por el futuro de Brasil si Lula llegaba a la presidencia: “Tengo miedo de perder toda la estabilidad que hemos logrado. El otro tipo, Lula, pensé que lo conocía, pero todo lo que dijo en el pasado ha cambiado. Esto me da miedo”. La campaña de Serra se lanzó a la ofensiva con una serie de anuncios publicitarios y discursos con la clara intención de incitar el miedo entre el electorado. Serra comparó a Lula con el piloto de un avión en picada que tiene que pedirle a los pasajeros que lo salven; acusó que las políticas de Lula no podían funcionar en el mundo real; que la inflación e inestabilidad económica regresarían; que Brasil se convertiría en un nuevo Argentina; que su partido, el Partido del Trabajo, era un partido de radicales y revoltosos; que era un “populista”. Inclusive, una súbita caída en la bolsa de valores brasileña fue atribuida a la preocupación de inversores por el posible triunfo de un candidato de izquierda. Lula respondió con una “Carta al Pueblo Brasileño”, en la que se comprometió a cumplir con los contratos adquiridos por el gobierno, pagar las deudas del país, aceptar los requerimientos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y, en general, a regirse por las reglas del mercado. (A la postre, algunos analistas considerarían que ésta fue una acción crucial en la trayectoria política de Lula). Recientemente en México, las mismas tácticas, acusaciones e incluso los mismos adjetivos se comienzan a utilizar en las críticas contra López Obrador como respuesta a su ascenso en las encuestas. En una columna publicada por Grupo Reforma y reproducida por otros medios, a López Obrador se le acusa de “enemigo acérrimo del sector privado y la antítesis de la libertad económica de los particulares”, de utilizar una “retórica paranoica y populista”, y de tener un “peligroso parecido con los gobiernos nefastos de Venezuela y Argentina”. Incluso se llega a hacer la inexplicable acusación de que Obrador pretende perpetuarse en el poder modificando la constitución a la Chavez. De la misma forma, una caída registrada recientemente en el valor del peso mexicano se ha asociado al repunte de López Obrador, y sus oponentes han promovido la idea de que su llegada a la presidencia se traduciría en inestabilidad financiera. Esto a pesar de que Agustín Carstens, el gobernador del Banco de México (Banxico) y Luis Téllez, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), han apuntado que los factores externos han sido – y continuarán siendo – los principales determinantes de este tipo de fluctuaciones en el valor del peso. Los parecidos con la campaña de miedo en Brasil son tan burdos como reveladores. En Brasil, como siempre, la historia se encargaría de poner las campañas de miedo en perspectiva. Lula ganaría las elecciones de 2002 y se convertiría en el primer presidente de izquierda de Brasil. Durante sus ocho años de mandato, estableció un régimen de estabilidad fiscal, presidió el período de mayor crecimiento económico en tres décadas – con lo que 20 millones de brasileños salieron de la pobreza – y logró poner a Brasil en un lugar privilegiado en la escena política internacional. Su manejo fiscal e incentivos a la inversión privada fueron bien recibidos por los empresarios y los sectores ricos, mientras que sus programas sociales lo hicieron popular en las regiones pobres. Lula terminó su mandato disfrutando índices de aprobación históricos (75-80%, 85% en el noreste del país). En 2010, fue nombrado por la revista Time como la persona más influyente del mundo. En el caso de México, el mismo gobierno estadounidense ha reconocido – como se describe en un reporte preparado para los miembros del Congreso de EE.UU. – que López Obrador es el que tiene las propuestas más contrastantes con el modelo tradicional, pero que su elección no afectaría la relación bilateral México-EE.UU. más que la de cualquier otro candidato. Desafortunadamente, parece ser que algunos políticos apuestan una vez más a una estrategia que pretende la implantación del miedo en lugar de la razón. Pero si algo demuestran los recientes movimientos estudiantiles en México es la creciente capacidad crítica de la opinión pública en el país, que ya no corresponde al régimen político imperante y que hacen que intentos de manipulación del electorado puedan resultar contraproducentes. Brasil demostró que, como el slogan de campaña de Lula sostenía, “la esperanza vencerá al miedo”. Es el turno de México de hacer lo propio.

6/6/12

EL OXÍMORON MEXICANO

 Armando Bartra, sociólogo, expuso la misión de la juventud “indignada” y el estudiantado contemporáneo, cuyo frente más militante reúne a no pocos descendientes de la Generación "Y": “Nosotros los otros… tenemos la misión de mandar al carajo la dicotomía civilización-barbarie. Nos tocó la tarea de jubilar la confrontación excluyente entre ciudad y campo, cultura y naturaleza, hombre y bestia, vigilia y sueño, vida y muerte. No la de suprimir la tensión vivificante, sí la polaridad alienada”. 

 Las Universidades tienen que convertirse y son por razones de vida, por razones de sentido común en centros que producen pensamientos críticos, que producen rebeldía… El que se espante de la rebeldía juvenil, que se vaya a ver telenovelas, el que le tenga miedo a que alguien piense que el mundo debe cambiar que se quede escondido en un rincón. Es la fiesta de lo colectivo, la fiesta de lo social lo que le da sentido a nuestras vidas; la idea del individualismo, la del “yo solito”, la del “afilo los codos para darle al de al lado para poder subir” la de “no me comprometo “ es simplemente el renacer del idiota social…. (Pablo Ignacio Taibo II) 

   Por Manuel González

 Hay voces de ciudadanos comunes que atisbados y a la vez desinformados por los medios de comunicación, ó mejor dicho medios de acondicionamientos de masas lanzan sus opiniones que tergiversan los hechos del país. Son parte de una propuesta de los depredadores y manipuladores sociales de imponer relatos maniqueos tendientes a despojar al sujeto de su memoria histórica, de despojar al intelectual de su derecho a pensar, de su derecho a manifestarse, autogestionarse y por ende proponer. Cualquier fenómeno de gestión social siempre es considerada como “manipulada” “populista”, etc. Manipulan la realidad según convenga a sus intereses o estados de ánimo. En este horizonte, dirigentes, estudiantes, o representantes de movimientos sociales caerán en el vilipendio, la denostación per se.

 El mundo se presenta dualmente. El orden y el caos. La luz y la oscuridad. La economía de mercado y el estatismo comunista. La globalización y la autarquía. Paz y seguridad versus terrorismo e inseguridad. Se construye un lenguaje para atacar a las “hordas” antisistémicas y un itinerario cuya hoja de ruta es el aniquilamiento y la destrucción del diferente. Las armas utilizadas son el liberalismo doctrinal, el pensamiento conservador, la sociobiología, la desarticulación de la teoría, la pérdida de la centralidad política y el desánimo de la razón. Se presentan como un frente único para conquistar un nuevo edén. Sus imágenes son las buenaventuras del conservadurismo y sus megaproyectos. En su interior se consolida la mutación del ciudadano al idiota social. Es el proceso de atomización y pérdida de identidad colectiva. La sustitución de la memoria social por el deseo del autismo individualista. El retorno del Idión aristotélico. En tal lógica, los políticos adscritos a este orden tratan de producir el mayor número de idiotas sociales posibles. Buscan dar continuidad al proceso. Los pensadores de ocasión deben sentirse en un paraíso terrenal. En dicho mundo, las expectativas, los deseos, las esperanzas, los objetivos de cambio, y las depresiones se superan individualmente. El remedio es satisfacer la angustia por medio de la parálisis social y colectiva, para ellos la Hipoteca Social no existe, todos son iguales, los estudiantes deben “estudiar” y si se organizan “son manipulados”; ¿será que quienes hacen este tipo de critica tan subjetiva como alienada nunca pisaron un ágora universitario? Si les acosan en el trabajo, si les despiden, si hay violencia de género, si hay explotación de clase, si hay alienación social, entonces: ¡NO ACTÚE COLECTIVAMENTE! No proponga un proyecto alternativo de liberación, no critique el sistema. No aluda a los mecanismos de dominación. Solucione el problema por la vía individual. Presente una queja en la oficina del consumidor o vaya al centro comercial más próximo; no argumente ni critique porque si lo hace ¡LO TILDARÁN DE POPULISTA! Si tiene necesidades erótico-festivas piense en turismo sexual virtual o presencial (para promocionar el tráfico humano, negocio redondo de políticos gracias a la estupidez de quienes consumen pornografía). No exista como ciudadano perteneciente a una comunidad. No posea dignidad, ni memoria histórica, ni voluntad, sea un consumidor. En definitiva su mente y su cuerpo es todo un amasijo para el mercado. Lo dicho también incluye a los pobres, recuerden a Hernando de Soto, el autor de Otro sendero y El Misterio del capital, el individuo más preocupado por ellos. Según su propuesta, pueden participar de la bacanal a su manera. Deben capitalizar su miseria. Su buenaventura consiste en ver el canal de las estrellas y repetir como loros lo que escuchan del plasma idiota. Deben transformar su ahorro en bienes de capital. Sus céntimos conseguidos en los semáforos vendiendo baratijas los convertirán en empresarios del mañana y los niños tragafuegos serán los protagonistas de “pequeños gigantes” de Televisa. Deben proyectar su optimismo bajo el discurso de la igualdad de oportunidades y siempre bajo el modus operandi de “calladito no lea ni mucho ni poquito que siempre será un estupidito”. Nunca crea en el discurso ideológico de la perseverancia, acompañado de iniciativa y preparación, factores suficientes para romper el círculo de la pobreza.

  En esta situación se deben soltar lastres. No piense, déjese llevar por el candidato de moda y transfórmese en un ciudadano responsable que ni por asomo tenga sensibilidad social, eso déjelo para los “revoltosos” obtendrá dividendos y vivirá relajado. Acepte con gusto los mensajes del mercado de las ideas. Créase a pies juntillas que un gobernante corrupto y mentiroso como el actual presidente de México es un demócrata ejemplar a pesar de que lo reconocen como responsable de la muerte de miles de compatriotas y que llegó a la presidencia de forma ilícita. Piense en la inmaculada palabra del noticiero de la mañana y la tarde, son “verdad absoluta”. Tampoco crea que el movimiento # YO SOY 132 sea legítimo y honorable, no vaya a creer que los estudiantes que SÍ estudian les preocupa el bodrio de país que les estamos heredando, son una masa amorfa que si son de la Ibero son pirruris y si son de la UNAM son nacos revoltosos, nunca van a converger en ideas y preocupaciones aunque se sepan herederos del mismo barco. Acepte que habrá irregularidades, no fraude en las próximas elecciones, eufemismo para no caer en la degradación más absoluta. Sin embargo, defínase en un portador de la moral del mercado, que no es otra que la del idiota social, por ello la sociedad civil puede perder más la dignidad y la condición de ciudadanos. Han decidido borrar su conciencia y comprender que la sociedad puede ser autogestiva y libre de manifestarse. La actual política consiste en fundar un orden con gobernantes y ciudadanos mediocres y de pensamiento sistémico. Plutócratas manipulables por quienes manejan los hilos del poder real se muestran sumisos ante el fuerte y acaban humillados y sodomizados por los medios de acondicionamiento de masas. El aparato de poder lo sabe, transformados en idiotas sociales es la cancelación de las oportunidades de las generaciones por venir. Bienvenidos al Renacer del Idiota Social.