22/7/12

MÉXICO 451


Por Arsinoé Orihuela   


 La ambientación distópica que prefigura Ray Bradbury en Fahrenheit 451 cobra cada vez mayor verosimilitud, alcanzando peligrosamente una concreción casi matemática a lo proyectado e imaginado por el autor. Las sociedades democráticas coexisten con estructuras estatales típicamente totalitarias: la democracia es tan sólo la expresión ideológica de la tiranía. En el “mejor de los mundos posibles” el control psicosocial alcanza niveles inusitados, a tal grado que la frontera entre la realidad y la ficción, si bien a menudo indiscernible, es inasequible para los sentidos del hombre tele-embrutecido. Se vive inmerso en un reality show en donde todo comportamiento no domesticado es motivo de escarnio y vilipendio. En este universo de artificios y simulaciones, la libertad gravita en torno a la selección de lo impuesto. Elección e imposición conviven cual gemelos siameses. Así, libertad y tolerancia constituyen gestos formales de acatamiento y condescendencia, respectivamente. Este vaciamiento de contenido en los valores que nos rigen ha sustraído el poco criterio restante del individuo, allanando el terreno para la emergencia de un autómata naturalmente predispuesto a sumergirse en los estercoleros de las ilusiones mercadotécnicas. Charles Bukowski escribe: “La diferencia entre una democracia y una dictadura es que en una democracia primero votas y después recibes ordenes. En una dictadura no tienes que perder el tiempo votando”. Es decir, en política la libertad se concede (por ejemplo, se promueve la participación ciudadana en procesos electorales) siempre que el ejercicio de esta “libertad” convalide la dominación, la autoridad y la eventual cancelación de libertades colectivas e individuales. 

Entiéndase por democracia la “libertad” inescapable para legitimar, legalizar y normalizar la dictadura. Este axioma moderno, universalmente válido, bien se puede extrapolar a la realidad sociopolítica del México actual. La alianza Televisa-PRI-Iglesia y consortes, estableció con antelación a los comicios la agenda sexenal para el país. La celebración de elecciones, como en los antiguos tiempos del unipartidismo, tuvo un carácter estrictamente protocolario y formal. Empero, ante la natural erosión de una entelequia anacrónica, el PRI vióse obligado a multiplicar astronómicamente la cuota de novelera mercadotecnia e inyectar una dosis superior de ficción a la trama electoral. La estrategia, apreciablemente tosca, agresiva e histérica, consistió en sumergir e involucrar al tele-auditorio en una conmovedora historia de hadas en la que participaría todo el público –asignándole un papel decisivo– con sólo efectuar su libre derecho a votar, erigiéndose en protagonista de la tele-serie más costosa jamás producida en este país. Fue una manera de otorgar al público la facultad de decidir el desenlace de esta beata historia dulcinea (con todo y bendición de Benedicto XVI). Sin embargo, cabe señalar que erraron los autores de esta truculenta tele-maquinación al creer que el público, aunque autómata y presuntamente ávido de contenidos residuales, votaría por el final feliz. No sorprende tanto el cálculo fallido como el tamaño de la farsa cultivada desde el poder. Como en Fahrenheit 451, en México la realidad y la tele-ficción se engarzan para crear una suerte de hibrido existencial en donde el individuo concreto es, simultáneamente, operador y aval de un sistema deshumanizante e irrestrictamente dictatorial. Felizmente, y gracias a la generación que ha abandonado la sala de televisión para tomar las calles, existen evidencias indiciales para suponer que este funesto estado de cosas no perdurará indefinidamente. La primera instrucción para la liberación es apagar el televisor y tomar un libro.

17/7/12

AGRADECER HACE BIEN ( I )

Por Gaby Vargas


Cierra los ojos y relájate. Envía tu atención al área del corazón. Puedes colocar tu mano sobre él si esto te ayuda a enfocarte. Visualiza que tu respiración entra y sale pasando por esta área; inhala y exhala lentamente. Ahora, enfócate en crear un genuino sentimiento de aprecio y agradecimiento hacia algo o alguien que haya sido muy positivo en tu vida. Siente la emoción del aprecio, no sólo la pienses. Trata de sinceramente mantener esta sensación de amor tanto como puedas. 

 Acabas de leer un extracto de las instrucciones que los investigadores del Instituto de HeartMath en California dan para inducir un estado positivo. Le llaman la técnica de “corazón-asegurado”. Consiste en deslindarse conscientemente de emociones no placenteras. ¿Para qué? Los investigadores de HeartMath afirman que el corazón se comunica con el cerebro y el resto del cuerpo a través de varios sistemas; por lo que el corazón tienen una influencia significativa en cómo funciona nuestro cerebro y el resto del cuerpo. Lo que me parece increíble es observar en las gráficas –publicadas en el libro Thanks,del doctor Robert A. Emmons– que con la simple relajación nuestro corazón puede no funcionar tan bien y tan eficientemente como cuando cultivamos el aprecio. Los patrones del ritmo cardiaco son muy diferentes dependiendo de si éste está relajado, bajo estrés o en estado de aprecio. Cuando de manera consciente sentimos un “gracias”, un “qué afortunado soy”, un “qué placer poder ver este atardecer” o “qué privilegio es tenerte en mi vida”, podemos restablecer los ritmos naturales del corazón. La gratitud es literalmente una de las pocas cosas que pueden cambiar nuestra vida.

Es por eso que la psicología positiva se enfoca en las emociones sanas y placenteras, contrario a lo que la psicología tradicional estudia. Solemos dar por hecho tener un corazón sano, hasta que –como siempre en temas de salud– comienza a reclamar atención. Muchos conocemos historias como la de Luis, un querido amigo de cincuenta y pico años de edad, con dos ataques al corazón en su haber. Su trabajo le había causado siempre mucho estrés, no tenía horario fijo y viajaba con frecuencia. Esto le impidió llevar una vida sana, con rutinas de ejercicio, además sufría de sobrepeso y fumaba. Actualmente Luis se considera un hombre muy afortunado y tiene otra perspectiva de la vida. “En verdad soy otro hombre. Hoy sé qué es lo importante en la vida y doy gracias a Dios todos los días por darme la oportunidad de estar vivo”, me cuenta emocionado. Con pacientes como él, la organización HeartMath ha mostrado cambios físicos medibles como resultado de cultivar el aprecio, el agradecimiento y otras emociones positivas. En un experimento con varios pacientes mostraron que, a través de la técnica de cultivar y enfocarse sólo en el aprecio, aumentaron los niveles de inmunoglobulina A, los anticuerpos que se encuentran en la nariz y la boca y que sirve como primera línea de defensa en contra de los virus. Asimismo, en otras pruebas, documentaron cambios favorables en el balance hormonal, con reducción del cortisol, la hormona del estrés y con un aumento de 100 por ciento de la hormona dhea, que refleja un estado físico de relajación. El reto está en detenernos a lo largo del día y apreciar. Apreciar el agua con la que nos lavamos las manos, al ser amado que tenemos junto, lo delicioso que está un platillo, la libertad que da estar sano. De esta manera, no sólo seremos más felices, sino que nuestro corazón funcionará mejor.