26/2/12

TRIVIALIZAR Y MORIR ANTES DEL INTENTO



De panzazo o cómo trivializar la educación
Hugo Casanova Cardiel

A pesar de la explícita intención de "reflejar la realidad del sistema educativo de México", en el documental De panzazo la complejidad educativa nacional queda reducida a su mínima expresión. Las potencialidades del documental como lenguaje cinematográfico, así como su intrínseco valor informativo se ven malogradas por un trabajo que, lejos de ofrecer una visión consistente de la educación, presenta un discurso efectista y una interpretación inexacta.

En el documental imperan las generalizaciones y de manera indistinta se habla de la educación o del sistema educativo, como si los niveles que abarcan de prescolar a posgrado cupieran en un mismo cajón, o como si los estudiantes, maestros y directivos pudieran ser agrupados sin importar su adscripción institucional y regional. En el tratamiento de "los mexicanos" se alude a un concepto sin fisuras, en el que no existen diferencias sociales o laborales (no importa si el niño desayunó o no lo hizo y si los padres tienen o no trabajo). Tampoco existe distinción alguna sobre el capital cultural como factor directamente asociado al logro escolar de niños y jóvenes. Así, la obra está permeada de ideas del tipo "todos los mexicanos contamos con las mismas oportunidades para educarnos" o "el que no estudia es porque no quiere".

También se advierte la ausencia de temas cruciales para la comprensión del fenómeno educativo, tales como el uso mayormente demagógico de la evaluación, la insuficiencia de los exámenes estandarizados (Pisa y Enlace) como instrumentos para generar comparaciones válidas, o las cambiantes estrategias gubernamentales que durante los años recientes han cuestionado el papel de la educación como bien público.

La educación en México es un territorio de contrastes y al lado de sus graves problemas también pueden apreciarse condiciones de logro. En tal sentido, resulta paradójico que un trabajo que hace gala de su vocación informativa carezca de referencias exitosas que podrían configurar una interpretación más fiel. Porqué no hablar de los estudiantes que en condiciones adversas viajan por horas con la indeclinable voluntad de atender sus clases; o de los estudiantes que, habiendo culminado sus estudios en el sistema educativo mexicano, acuden a prestigiadas universidades de las llamadas de "clase mundial"; o de los maestros que cubren con honor su encargo social y se entregan cada día a la formación rigurosa de niños y jóvenes; o de las madres y padres que independientemente de sus condiciones económicas o su formación académica, colaboran con sus hijos.

El tratamiento a quienes asisten al documental es por demás cuestionable, pues en lugar de ser tratados como ciudadanos que de manera voluntaria y generosa acuden a una propuesta cinematográfica, son provistos de unas papeletas de colores y sumados casi en automático al proyecto que rodea al documental. Reconociendo el absoluto derecho de todos los mexicanos a participar en la discusión de los problemas del país, resulta sorprendente el afán de los realizadores del documental por encabezar una campaña que enfrente la crisis de la educación en México. En breve, ni la asociación civil que lo anima, ni el entorno empresarial que lo patrocina, cuentan con la autoridad o atributos intelectuales para una tarea de tales dimensiones.

El pretendido liderazgo resulta todavía más incomprensible pues los realizadores del documental, estrechamente relacionados con el poder mediático del país, omiten toda referencia al papel de la televisora con mayor arraigo en nuestro país y que por años ha ejercido un deplorable papel en la formación de los mexicanos a través de sus noticiarios, de sus programas de diversión o cultura; e incluso, a través de las telenovelas, ya definidas hace unos meses por el titular de la SEP como poderoso instrumento educativo (La Jornada, 18/03/2011).

Sin embargo, uno de los grandes silencios del documental es la relación de la maestra Gordillo con dos personajes centrales de la vida nacional: Felipe Calderón y Emilio Azcárraga Jean. Cómo explicar la presencia de la dirigente en el proceso electoral de 2006 y los ulteriores beneficios que obtuvo en posiciones clave del gobierno federal, así como su papel central en la llamada Alianza para la Calidad Educativa en 2008. Y cómo entender los convenios de la cúpula del SNTE con Televisa, el más reciente Todo el mundo cree que sabe, presentado como una apuesta por la educación de calidad y para el cual el sindicato aportó 150 millones de pesos ¿No es pertinente esa información? ¿En qué medida los graves problemas de la educación nacional han estado relacionados con los arreglos de las elites sindical, política y empresarial?

De cara al momento que vive México, es cada vez más urgente que la problemática educativa sea atendida desde una óptica que valore su complejidad y articulación con los grandes problemas de la sociedad. Ello demanda la participación de esos ciudadanos calificados y comprometidos que el sistema educativo mexicano ha logrado formar a lo largo de su historia.

19/2/12

UN DOCUMENTAL ¡¡DE PANZAZO!!



Por Emilio Zebadúa

"Dedicado a los verdaderos maestros responsables y honestos que todavía dignifican al magister"

Este próximo viernes se estrena un documental ¡De panzazo! con la exhibición de 210 copias en salas de cine de las principales ciudades de todo el país. Un importante esfuerzo económico de las empresas que lo patrocinan (agrupadas en la asociación Mexicanos Primero), y que no responde a una lógica propiamente comercial —al menos no en el corto plazo—.

Ya antes, la tesis central que contiene el documental ha sido difundida en algunas presentaciones privadas, en una versión corta en una cadena de cines y a través de las redes sociales. Con poca sofisticación argumentativa, buena realización cinematográfica y una ausencia de método científico-social, la principal tesis del documental se reduce, simplemente, a que la responsabilidad de la “mala calidad” educativa en el país es de los maestros, si bien sí de su sindicato y su dirigente nacional, la Gordillo, líder de un sindicato corrupto alimentado desde la médula de la oligarquía depredadora de México.

Es una tesis que ni siquiera la OCDE, responsable de las pruebas PISA, sostiene, pero que para los realizadores del documental ¡De panzazo! es su leitmotiv. Por eso el guión es más político que pedagógico, y más ideológico que programático.

El documental es un llamado a la acción política, no una propuesta educativa. Por eso el actor principal, Carlos Loret de Mola, ha declarado: “no hemos tenido un presidente (de la república) con los suficientes pantalones como para ponerle un alto” a la líder del SNTE (Caras, febrero 2012). Sin embargo, si dejamos por ahora a un lado los prejuicios, estereotipos e intereses políticos de los productores del documental, debemos reconocer el impacto mediático positivo que tiene la exhibición. ¡De panzazo! contribuirá probablemente a elevar la conciencia sobre el estado que guarda la educación en México. Pero sólo eso.

Sólo eso, porque difícilmente podremos extraer lecciones útiles ¡De panzazo! para una política pública educativa. Sin embargo, el documental sí debería llevar a que se revise la gran cantidad de análisis serios sobre la educación de México que hoy día se hacen en el país y en el mundo (por parte de la propia OCDE, UNESCO, Banco Mundial, Fundación Bill y Melinda Gates, entre otros muchos organismos e instituciones). Y de este enorme y constante esfuerzo intelectual y académico, la conclusión que sí se puede extraer es muy distinta a la del documental ¡De panzazo!.

Si lo que se busca es una fórmula que explique una realidad muy compleja, es mejor en ese caso mirar el contexto más amplio en el que se inscribe la educación en México. Se tendría que considerar, para empezar, la historia de la política macroeconómica y la política social de los últimos 30 años, por lo menos. Pero sin ir tan lejos, ya la teoría y la práctica educativa mundial tienen en el término: “capital social”, un marco conceptual para hacer una evaluación más objetiva e integral de la educación (OCDE, Education Ministerial Meeting, Investing in Human and Social Capital: New Challenges, París, 4 y 5 de noviembre, 2010). El “capital social” es medible, es tangible y permite diseñar políticas públicas para elevar la calidad de la educación; es un esquema teórico mucho más sofisticado que las fórmulas que se utilizan sólo para descalificar a los maestros.

La escuela por sí sola es una institución limitada para modificar las condiciones socioeconómicas de un país; más bien, sus características particulares son el resultado, a su vez, de dicho contexto social y económico. Las políticas públicas exitosas en la educación (Eduardo Andere, Finlandia: el éxito en PISA) no están basadas en la simple transferencia de best practices al salón de clases y al trabajo de los maestros. Implican un compromiso social más amplio con las escuelas y la educación.

Por ello, para evaluar el estado de la educación en un momento dado, habría que estudiar las cantidades y tipo de gasto público, la inversión en infraestructura, tecnología y capital humano, así como la política de crecimiento y empleo que se han llevado a cabo en un periodo histórico largo en el país.

Si los patrocinadores del documental ¡De panzazo! quieren abrir una reflexión amplia sobre la educación en el país, habría que preguntarles: ¿qué están dispuestos a contribuir en un verdadero esfuerzo nacional por mejorar la calidad educativa? Porque si no se trata sólo de un afán personal de presionar a los maestros y criticar a su mafioso sindicato alimentado por Televisa y por quienes son los verdaderos culpables de tener la política educativa que hay en el país como los gobiernos neoliberales y tan corruptos como la Gordillo misma; entonces tendrían que abordar temas de política fiscal redistributiva, política social equitativa, y política de comunicación y entretenimiento. Sólo incluyendo estos aspectos más amplios en la discusión se puede hacer una revisión objetiva e integral del estado que guarda la educación en México.