9/6/10

DE FUTBOL Y COSAS PEORES 2/3






Por Contralínea


Futbol, mecanismo de control social


La calma social, sin embargo, no siempre es el fin. Uno de los mecanismos de control social que se ejercen a través del juego es justamente lo contrario: la confrontación física y verbal. Los estadios de futbol son ahora espacios propicios para la confrontación y pueden ser vistos como “termómetros del nivel de violencia social”, expone Layla Sánchez.


“Es el divide y vencerás”. Por ello se utiliza un lenguaje marcial: los comentaristas narran, con exacerbado nacionalismo, las “batallas” deportivas. En vez de ver futbolistas, vemos a soldados que van a pelear por un país, critica la comunicóloga.

Roger Magazine reconoce la dificultad de identificar dónde termina la manipulación y dónde empieza el surgimiento de algo crítico. Para él, el futbol puede ser “el opio de las masas”, pero también un lugar donde surgen molestias.


En México, durante la inauguración del Mundial de 1986, la gente recibió con una “sonora rechifla” al entonces presidente Miguel de la Madrid, por su incapacidad de enfrentar, un año antes, la contingencia del terremoto, narra Juan Villoro en Dios es redondo.


En palabras del reconocido escritor: “La incontrolable multitud puede descubrir una voz propia y una conciencia crítica al reconocerse en forma espontánea como una fuerza circular”. (Con información de Isabel Argüello / Flor Goche / Edgar Guzmán / Elva Mendoza)


Temor y entretenimiento: con estos ingredientes ya se puede preparar niño envuelto, asegura el sicoanalista Jaime Viaña.


El profesor universitario recurre a la analogía de Gustavo Le Bond en La sicología de las multitudes y asimila a las masas (fanáticos potenciales del futbol) con los niños.


El costo, reflexiona el sicoanalista: “Un detrimento de la inteligencia para preservar el infantilismo síquico. Y es que el infante no puede sofocar sus exigencias pulsionales mediante la razón, sólo la amenaza o la fantástica promesa apaciguan la falta del objeto anhelado… el cáliz sagrado, la copa”.



La “futbolización” del Estado


Para el Estado, el deporte, y el futbol en especial, juega un papel sumamente importante y múltiple como forma de control de la población. A la masa, la enajena y la “hace feliz” al impedirle ensimismarse en sus problemas reales y tomar conciencia de su situación de explotada, marginada y humillada. Le ahorra la preocupación de buscar una salida a su condición de paria, sostiene el sociólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Arturo Palacios Aguirre.


Para que funcione la maquinaria de explotación del pueblo, el Estado desarrolla mecanismos de control y represión. Uno de ellos es el futbol, cuyo uso político por parte del gobierno, los partidos y los grupos cierra el círculo de enajenación y control. Recuérdese 1968: la feroz represión del gobierno de Díaz Ordaz estuvo acompañada de una descarada campaña que ensalzaba las olimpiadas para “borrar” la masacre, agrega.


La política, como se sabe, es la esencia de la actividad del hombre en la sociedad. Una actividad, una idea, un recurso, una personalidad, son palancas políticas en la medida en que mueven a las masas y son capaces de unificar voluntades para movilizarlas en pos de un objetivo concreto. En esa medida cobran importancia y reciben atención preferente de los partidos, clases, gobiernos, que buscan palancas políticas eficaces para agrupar a las masas en su derredor y hacerlas marchar bajo su dirección.


Desde este punto de vista, el futbol es una importante palanca política de la que hacen uso discreto los gobiernos para conquistar simpatías y adhesiones. Y ésta es la importancia y la explicación que el gobierno mexicano concede al futbol.


Para el catedrático de la UAM, en el capitalismo el rasgo más esencial del deporte, y del futbol en particular, consiste en que se le trata como una actividad eminentemente comercial, como un negocio. El deportista es una mercancía que se cotiza en el mercado según su valimiento. Esto lo convierte en un ser egoísta, lo envilece y lo prostituye.


Así, dice, la causa desencadenante de su esfuerzo deportivo no es una causa noble, no es “el amor a la camiseta”, “el espíritu deportivo” o “el amor a la patria”, sino su interés por un sueldo elevado, las regalías y los premios. El deportista profesional no “juega”, trabaja; y quienes lo patrocinan tampoco están “fomentando un deporte”, están realizando un negocio. Así se explica la proliferación de clubes “dueños” de uno o varios equipos y la profesionalización de los deportistas en México y en todo el mundo.


El mismo hecho queda reflejado en el escaso interés que el Estado dedica a la educación física y el deporte de la juventud y de la sociedad entera. En la práctica, la casi nula actividad deportiva se reduce a los ridículos balbuceos que maestros mal preparados enseñan a los jóvenes en las escuelas primarias y secundarias. Ni en la primaria ni en la universdad hay actividad física programada. Fuera de las escuelas, la intervención del Estado en la actividad físico-cultural y deportiva de la sociedad es totalmente insignificante y marginal. La actividad deportiva descansa, totalmente, en manos privadas que la explotan comercialmente.


Por eso, precisamente, con motivo de la celebración del Mundial, del 11 de junio al 11 de julio, en Sudáfrica, la propaganda y los comentarios relativos al evento alcanzan niveles asfixiantes. El mundo y México transpiran futbol. No hay manera de escapar a esta euforia futbolera, a la estupidización colectiva.


Palacios Aguirre agrega que el futbol, a diferencia de otros deportes y entretenimientos, ocupa siempre un lugar destacado en la vida de mucha gente, atrae la atención de núcleos importantes de la población y ejerce considerable influencia sobre las clases populares.


“Por eso no es nada raro que funcionarios de alto nivel, incluido el presidente de la República, hagan a un lado asuntos de mayor importancia y se muestren más preocupados por los resultados de los partidos que por los problemas de sus respectivas carteras; reciban en sus despachos a futbolistas de prestigio con más atenciones y honores, que les otorguen premios que ya quisieran para sí algunos investigadores destacados.”

No hay comentarios: