3/7/09

¡DIGAMOS BASTA! SÍ AL VOTO NULO


Lydia Cacho

Yo no se usted, pero yo estoy cansada de encender la televisión y ver a Emilio Gamboa, líder de las mafias del PRI preconizar sobre la justicia. Indignada de ver a Germán Martínez como una hiena golosa disfrutando los puntos electorales que gana el PAN con las criaturas asesinados en una bodega-guardería de Sonora. Harta de López Obrador actuando como desquiciado manipulando candidatos como su fuera una boda de kermes. Ese AMLO que hace dos años inspiró al hablar de la necesidad de elecciones transparentes y de candidatos patriotas. Estoy harta de saber que la hija de Salinas Pliego sea quien decida si se aprueban o no las leyes de las que ha abusado sistemáticamente la empresa de su padre. Indignada de que Calderón siga explotando la guerra para amedrentar a sus opositores y para manipular las elecciones (como hizo Bush jr). O que de esté en manos del PRI en el Congreso la posibilidad de proteger a las y los periodistas por investigar actos de corrupción. Me parece inaceptable que desde las cúpulas partidarias se proteja a bandas de pedófilos, y que Televisa controle una parte del Congreso y las elecciones con noticieros esquizofrénicos. Harta de que el PRD haya elegido a una cantante- pastor cristiano para alcalde de Cancún; un necio que se niega a escuchar a la sociedad y sus necesidades. Harta de que el priísta Jorge Polanco, ex asistente personal de Mario Villanueva (preso por vínculos con el narcotráfico) ahora sea el gestor económico del PT, y a falta de candidatos ponga, con un cinismo sin parangón, a su hija como candidata a diputada. Harta de una priísta prostituida como Laura Fernández, quien hizo su carrera aludiendo a los derechos de las mujeres (IQM) y operó, de la mano del Obispo, una regresión a 50 años en la salud sexual y reproductiva de las quintanarroenses.
Sabemos que los partidos compran votos y no podemos evitarlo hasta que la gente deje de corromperse. Nos queda claro que las candidaturas no representan a las mayorías; que son negocio de un puñado de corruptos, apátridas que buscan hacerse de más terrenos, de más fortuna, de más influencia.

El voto nulo es un paso trascendental en todo el país, en Quintana Roo también. No, no cambiará nada en tres años, pero los partidos sabrán que no representan a nada ni a nadie, los recursos asignados a los partidos serán revisados por el IFE ante el fracaso de las elecciones. Las guerras se ganan batalla por batalla; con principios, valores y estrategias.
Ya hubo un movimiento electoral al que algunos tacharon de desquiciado. Era 1880 y la mexicanas que crearon Violetas del Anahuac juraron que algún día las mujeres de este país podrían votar e ir a la Universidad. En 1935 se agruparon y en 1946 las mujeres votaron; en 1953 pudieron ser electas en todo el país. Sin su perseverancia ni yo podría ser periodista, ni muchas más podrían ser libres, y este país sería un símil de reducto Talibán. Las transformaciones sociales y políticas son lentas, se necesita perseverancia y congruencia para inducirlas. Para renovar hay que desarticular. La esperanza no acepta cobardía.
A pesar de la frustración que sentimos millones de personas, estoy segura de que el país puede y va a cambiar. Por eso sostengo que anular mi voto con una cruz es mi aportación ciudadana. Creo que votar por el menos peor nos mantendrá esclavizadas. Estoy segura de que los próximos años serán difíciles y que el cambio no vendrá pronto; pero llegará con transformaciones de fondo, no con sometimiento a la corrupción. Anular el voto es decirles a los herederos de la ignominia que no se merecen nuestra confianza y que cada vez que tomen una decisión equivocada la sociedad saldrá a las calles, a señalar a los redentores corruptos y mentirosos, a las hijas de la corrupción, a los traidores de la democracia.

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